viernes, 1 de junio de 2007

UNA MIRADA


Una mirada
A veces pasamos al lado de alguien y ni nos damos cuenta. A veces, estamos totalmente seguros de ser conscientes de todo lo que pasa a nuestro alrededor… pero esto, no es tan claro. Vivimos corriendo, parece que estamos en una competencia eterna y lo único importante es llegar sano y salvo aunque pase por encima del otro.
Si supiéramos parar y “plantarnos” frente a nosotros mismos, sabríamos apreciar más lo que tenemos y viviríamos con paz y tranquilidad lo que buscamos. En realidad, vivir de una u otra manera depende de nosotros y de la mirada que queramos poner en la vida. Además, una mirada no proyectada tan sólo hacia un futuro lejano y deseado, hacia una meta increíble y fantástica, sino hacia lo más próximo y cercano como es el día a día de nuestra vida.

Una mirada bajo un prisma diferente del de la rutina, el agobio o lo de “siempre”, sino una mirada nueva, con ganas de empezar cada día, y sobre todo, empezar con una sonrisa, comenzar con la seguridad que donde no puedes llegar tú, llegará Dios. Así, nuestra mirada tomará un cierto aire de deseo que contagiará a nuestro alrededor. Comenzar por lo cercano es aprender a mirar con ternura, es saber decir sin palabras que te acepto y comprendo, una mirada tierna o una de aceptación... Al fin y al cabo el rostro de una persona habla por sí sólo, no necesita de intérpretes para hacer llegar algo al otro, ya sea alegría, tristeza, preocupación, rabia... es igual, porque lo importante es la transparencia con la que se viva.
Hay miradas que pueden ayudarte aún en un momento duro, incluso hay personas que saben transmitir paz cuando la necesitas. Hay a quien no le encuentras la mirada pero en cambio, otras transmiten serenidad, bondad... y con un cierto atrevimiento, transmiten lo que en muchas ocasiones nos falta.
Vivir con una mirada libre es vivir a los ojos de Dios, sin que nada más te importe. Vivamos con sencillez de corazón y bajo esa mirada limpia que puede impulsar toda vida.

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