lunes, 21 de enero de 2008

LOS HIJOS


Los hijos


Maestrales tu afecto. En este terreno no hay peligro de desmesura: los padres somos su primera y más importante escuela de amor. Edificamos su plataforma emocional y les mostramos el valor de un abrazo, de una caricia… Saber tratarles bien cuando no tienen problemas les ayuda a resolverlos mejor cuando éstos se presentan.
§ Pasa mucho tiempo con ellos.

Hasta, necesitan estar cerca de sus padres comer con ellos, jugar, leer. No cambies sos momentos por andar con los amigos.

§ Dales ejemplo.

Que haya coherencia entre lo que predicas y lo que haces.
§ Recuerda:

sólo lo bien hecho educa. Promueve entre ellos la capacidad de alegrarse por la tarea bien resuelta. Lo que los niños pueden y deben hacer no ha de hacerlo otro por ello.
§ Pon límites.

Traza líneas claras entre lo que pueden y lo que no pueden hacer. No obrar así es como dejarlo en un cuarto oscuro: si no hay paredes, acabarán cayendo al vacío. Si las hay, se golpearán con alguna y les dolerá, pero les estará salvando de algo aún peor. Si has explicado las reglas y sabes que las han entendido, debes responsabilizarse de sus faltas.
§ Ten en cuenta su edad y su madurez.

Los niños de corta edad actúan intentando responder a las expectativas de sus padres, no por miedo al castigo. Aprenden mejor con premios y alabanzas que con amenazas que a veces no entienden.
§ Enséñales a convivir con la ansiedad de la existencia.

Explícales que la vida impone dificultades y que ellos tienen recursos para afrontarlas. Si no lo hacemos fomentaremos su intolerancia a la frustración.
§ Identifica sus dificultades de maduración.

Hay dos posibilidades: el niño normal con ritmo más lento y el niño inmaduro. Los primeros suelen presentar dificultades en el área del lenguaje. Es muy importante tener paciencia, no agobiarlos y darles confianza. La inmadurez se manifiesta con un bajo rendimiento en todas las áreas y una dependencia constante de los padres.
§ Ayúdales a comprender a otras personas.

Fomentará sus habilidades sociales y les permitirá tener más y mejores amigos.
§ Dales la oportunidad de “hablar con Dios” o de decidir si quieren hacerlo. Hablando con Dios obtenemos respuesta a preguntas difíciles como “¿Por qué existe el dolor?” o ¿”por qué sufro?”. La espiritualidad ayuda a combatir el miedo, a despegarse de lo material, a amar libremente, a desear el bien ajeno…

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