viernes, 7 de marzo de 2008

EL DIFICIL ARTE DE PONERLE LIMITES A LOS HIJOS












Hay que reconocer que en la educación de los hijos poner límites es importante. Sin embargo hoy existe una generación de padres a la que le cuesta ejercer su función de autoridad y decir que no.
"Un papá decía que le resultaba más fácil ponerle límites al personal de su fábrica que a su hijo de cinco años".
Temor a la frustración,desentendimiento,el no querer tener problemas, sentimiento de culpa o que los chicos los dejen de querer son algunos de los motivos que, según los especialistas, llevan a los padres a ser excesivamente permisivos y contemplar todos los deseos y caprichos de sus hijos.
Pero ¿cuál es la manera de poner límites sin frustrar a los niños? "Justamente, hay límites que apuntan a que el niño aprenda a tolerar cierto grado de frustración. Esto también forma parte de la vida y los ayuda a crecer y madurar".
"No poner límites es una manera de desamparo, de abandono. Esto genera el fenómeno de los niños tiranos, que son los chicos que quieren todo, exigen sin límites a sus padres y no soportan escuchar un no como respuesta. Lo único que se logra con este consentimiento es hacerles daño".
Ejerciendo los limites en los hijos dará como resultado ,llanto, ira, pataleo... "Es normal que la primera reacción sea el enojo, pero inmediatamente después llega el alivio .Esto los ayuda a desarrollarse en sociedad, a saber esperar, respetar normas y participar de una cultura."
"Los niños necesitan explorar y van probando hasta encontrar límites .La familia debe ser un lugar de contención y los padres tienen la responsabilidad de darles las herramientas para afrontar la vida adulta y vivir en esta sociedad."
Consejos
1. Comunicación:
Escuchar a los chicos, demostrar interés y dedicarles tiempo.
2. Firmeza: Evitar el juego de poder decir que no y decirlo con firmeza.
3. Decir que sí :Cuando el sí es oportuno y facilitador, el no aparece escasamente.
4. Consultar: Sin temor a un especialista; no significa que tu hijo este enfermo o loco sino que necesitas pautas y guia para saber llevar la situación que vives con tu hijo.
5. Negociar :Proponer acuerdos entre las partes; conciliar, si se puede.

6. No al abandono:No quejarte de tu hijo que porque ya te cansaste, ni decir que flojera jugar con él, darle el tiempo necesario para atenderlo como se merece, que se sienta amado.

7.Por ningún motivo dejarlo que vea novelas ni programas televisivos: dañinos:Esto aumenta su mal comportamiento asume roles que no van con su edad y los hace suyos en la vida diaria, copia comportamientos equívocos y de adultos; lo que los hace mas vulnerables a ser intolerantes y mal portados.

Un hijo mal atendido, de cierta manera no aceptado y que capte de parte de sus padres desinterés en su educación, cuidado es un hijo que desarrolla grandes capacidades destructivas y perjudiciales para el mismo y para los que le rodeen, no sabe respetar ni a chicos ni a grandes, no tiene buen aprovechamiento escolar y seguro será mala influecia para sus compañeritos.

Hagámos pues lo mejor para ellos, amemoslos, respetemoslos, pongamos reglas en casa, hagamosles saber que todo tiene un limite y si no lo respetan que asuman las consecuencias de sus actos.



Ojo: A lo mejor eres un gran padre y todo esto lo llevas a cabo de cualquier manera es bueno reforzar nuestras actitudes hacia los hijos. Y si caes en la cuenta que tu hijo es intolerante, falta de respeto y ya te han hablado del colegio por su mala conducta y maltrato con los demás, ¡cuidado haz algo, pero ya!, pues creelo que ya sabes como es tu hijo y en tu casa se destrampa y no respeta ni a sus padres. ¡ Ponle limites desde hoy, preparate, busca ayuda, porque si lo dejas después no te quejes cuando él esté adulto y no puedas hacer nada ya¡.

Un recurso poco eficaz

No toques el enchufe. No saltes arriba de la cama. No le pegues a tu hermano. No revuelvas mis cajones. No me molestes. No grites. No atiendas el teléfono, que puede ser un cliente. No juegues con el control remoto de la tele. No te acerques a los CD. No llores. No te levantes de la mesa. No interrumpas. No mires los dibujitos. No te hagas pis. No despiertes a tu hermanita. No juegues con mi agenda. No desordenes tu cuarto. ¡No! ¡Te dije que no!

Está claro que este sistema no sirve para nada. Podríamos, en cambio, reconocer las necesidades del niño y nombrarlas; luego, nombrar lo que nos pasa a nosotros y, por último, proponer acuerdos posibles entre las necesidades de unos y otros.

El secreto es la comunicación y, por sobre todo, la verdadera intensión de comprender al otro en su diferencia. En todos los casos, somos los adultos quienes estamos en condiciones de aportar las palabras para nombrar lo que nos pasa. Esta actitud necesita un mínimo de dedicación. Porque los niños "terribles" son hijos de padres que miran para otro lado.

No hay niños difíciles. Sin embargo, hay adultos que elegimos dar prioridad a otras cuestiones.

Eso no significa que nunca vamos a decir que no a un niño. Sería un despropósito. Lo que sucede es que cuando el sí es recurrente y facilitador, el no aparece de vez en cuando, oportunamente. Así, es efectivo, si se refiere a un hecho puntual que el adulto desaprueba y que el niño comprende perfectamente, pues lo diferencia del no constante y sin sentido.

Intentemos contar los nos que hemos dicho el día de hoy, y ofrezcámonos un mundo más amable y explicativo.

"No", tan válido como decir "sí"

Ser padres es mucho más que el hecho biológico. Implica la responsabilidad de educar a los hijos, además de asumir otros aspectos y necesidades básicas. Nadie nos enseña a ser padres: entre ensayos y errores, vamos construyendo el rol. En ese proceso, no siempre existe claridad respecto de los límites, y particularmente del papel del sí o del no en las respuestas que otorgamos a nuestros hijos.

Pero hay que comprender que decir que no es tan válido como decir que sí. Las diferencias que generan una u otra frase son las que dificultan, en ocasiones, la asunción del rol. La segunda no ofrece resistencias y, por tanto, no trae mayores dificultades. La segunda requiere la fundamentación de la decisión, el sostenimiento ante las múltiples preguntas, comparaciones y cuestionamientos de nuestros hijos. Requiere dejar de lado nuestro cansancio o comodidad para dedicarle un tiempo y esfuerzo. Requiere asumir en plenitud el rol adulto.

Cuantas veces hemos oído este comentario: "Yo soy amigo de mi hijo, y eso me basta". Tomemos conciencia de que nuestros hijos pueden tener muchos amigos, pero ninguno de ellos va a reemplazarnos en la tarea de padres.

Cuando los padres no pueden decir que no a sus hijos, suelen depositar esa responsabilidad en el colegio. "Dígale usted que eso no se puede llevar a la escuela porque a mí no me hace caso", es una frase que se escucha reiteradamente en diálogos de padres con docentes.

Desde el punto de vista educativo, el límite es el que marca la libertad. Un niño necesita de los perímetros para saber cuál es la superficie por la que puede transitar. La libertad se conquista paso a paso, a medida que la persona crece. El "no" forma parte de ese aprendizaje.

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