sábado, 3 de febrero de 2007

MAGIA







EL BRAZALETE MAGICO

Abrí el periódico el otro día y me topé con un anuncio: "El brazalete del
bienestar, del equilibrio y la salud. Una joya para hombre y mujer inspirada en
las tradiciones orientales basadas en el universo del yin y del yang".

Casi me quedo ciego al contemplarlo. Un poco más y lo recorto para ponérmelo en
la muñeca. Pero se me fueron quitando las ganas después de ver el precio. Para
aliviar el susto te regalan un lujoso estuche acompañado del libro "Torques
históricos".

Ahí tienes la solución para las jaquecas, los disgustos en casa, los exámenes,
las tristezas y desastres. ¡Qué fácil! Sólo hay que tomar el teléfono y
encargar uno bien sea en una joyería, bien en una farmacia.

Si con este brazalete se pudiera dar jaque mate a las fricciones familiares, a
los odios, al vacío interior no habría terrestre que no llevara uno en la
muñeca. En vez de ponerle el chupete al niño, le metemos un brazalete y todo
arreglado. Ya, ya... ¡Cómo nos gusta soñar!

¿Acaso quienes van por la vida con colguijes, tatuajes y brazaletes son más
felices que los demás? Sería una enorme equivocación confundir la felicidad con
la posesión de objetos materiales.

Pero hay que reconocer que es más fácil tener que ser. Te encontrarás por ahí
con muchos "hombres percha" como solía llamarles nuestro querido Martín
Descalzo. Son eso, una percha. Unos días llena hasta doblarse: riquezas, lujos,
honores, premios, cargos y responsabilidades. Y cuando pierden esto. ¡Qué
ridículo! Pero si son....

No, no y no. A mí no me engañan. Como decía Descalzo: "Ninguna felicidad es
barata. Y hay que desconfiar de las que nos ofrecen a bajo precio, como nos
alertamos cuando en el mercado nos ofrecen fruta o pescado casi regalados:
seguro que están podridos o pasados".
Es importante recordar que los tesoros del espíritu no
se compran con dinero. Se ganan a pulso con el trabajo constante, con la vida
interior y la búsqueda de la fuente de felicidad: Dios. Mientras seamos
peregrinos, la felicidad será simplemente una dirección, nunca una meta. El
hombre más feliz es el que conserva más tiempo la felicidad, el que es feliz
eternamente.